Análisis Remember Me

Año 2084, Neo-París. Tras una cruda guerra civil europea que duró siete largos años, renace la capital francesa con la población muy tocada, dispuesta a colgarse de cualquier clavo ardiente que garantice un futuro más esperanzador. En este escenario aparece Memorize, una gran corporación fundada por Antoine Cartier-Wells, que regresa a su ciudad natal para establecer su sede, buscando aportar riqueza y ayudar en el levantamiento de la misma.

Los ciudadanos reciben la organización con los brazos abiertos, que pronto comenzará a instaurar sus avances tecnológicos, causando gran furor y popularizando todo aquello que saca al mercado. Comienza con un prototipo y acaba con el Sensen, un dispositivo implantado en prácticamente toda la humanidad, que permite vender, comprar, modificar e intercambiar la memoria. ¿Qué tal poder borrar aquel recuerdo doloroso? ¿O creer real un pasado que nunca existió? La gente está encantada.

Y así está el mundo cuando nos ponemos en la piel de Nilin, una cazadora de recuerdos perteneciente a la facción de los erroristas. Se trata de una organización dirigida por un misterioso hombre que se hace llamar Edge, y que se dedica a sabotear los planes de Memorize, oponiéndose de pleno a la situación contemporánea en que una gran multinacional tiene el control absoluto sobre una población que se ha vendido para escapar del miedo y la desdicha.

La ética del futuro en el presente

Los planteamientos éticos que pone Dontnod Entertainment sobre la mesa son claros y, además, de plena actualidad en nuestra sociedad. Estamos viviendo una era en que la gente regala su privacidad en redes sociales, donde el que no tiene una cuenta de Facebook o Twitter vive en una cueva y en que nos parece normal que la experiencia de internet "se personalice a nuestra medida" conforme a los datos que las grandes compañías recopilan de nosotros. ¿Y qué pasará cuando esto se vaya de las manos? ¿Cuál es el siguiente paso en que los humanos deciden incluso vender sus recuerdos y su memoria? El trasfondo de 'Remember Me' es muy rico, lleno de crítica social y política. Y aterrador, muy aterrador.

Tenemos el mensaje detectado y tenemos una ambientación soberbia. Nos falta un hilo conductor que lleve al jugador a experimentarlo, y aquí es donde fallan las formas. El estudio francés tenía muy buenas ideas, pero casi todas se van cayendo, pisoteadas por su condición de videojuego y una falta de recursos evidentes. No tanto monetarios, sino de una creatividad que no ha alcanzado el punto en que pudieran hacerlo. Y su guión, claro, su malísimo guión.

El juego comienza planteando todo este increíble universo que se ha construido alrededor de la idea central. Con un contexto histórico perfectamente labrado, que parte desde el próximo año 2014 hasta un fatídico día de septiembre de 2084, en que toda la estructura social comienza a venirse abajo debido a nuestras acciones. Es decir, las de Nilin, que acaba de despertar en la prisión de La Bastilla, confusa tras un lavado de cerebro que ha dejado su memoria como una tabula rasa.