Reportaje
Partamos de la imagen que se tenía de esta consola antes del E3. Xbox One se presentó el 21 de mayo en el Xbox Reveal, un evento de poco más de media hora donde se habló básicamente de lo que podía hacer esta plataforma. Los juegos se dejaron a un lado; los gerifaltes de Microsoft se dedicaron únicamente a enseñar las capacidades multimedia de la máquina. Sí, la famosa "TV, Television, Sports". Una presentación un tanto surrealista tratándose de una consola de videojuegos que debería centrarse...pues eso, en videojuegos.
Parecía ser que a Microsoft le interesaba más vender un aparato electrónico que aunara todos los usos que le damos tradicionalmente a una televisión. Pero quien no es jugón ya tiene su sistema montado para ver lo que quiera en su pantalla, y para quien sí lo es este tipo de cosas son secundarias. Valorables, pero secundarias. No son el tipo de cosas que venden una consola. El evento sucedió con pocos juegos, muy pocas exclusivas y casi nada de material jugable. Sencillamente, fue difícil presentar peor la consola.
Tras esto, la red de redes se volvió un hervidero de inquina y humor hiriente a costa de la nueva sobremesa de los de Redmond. Y con toda la razón del mundo. Microsoft se justificó argumentando que preferían quitarse toda esa palabrería técnica en ese evento para centrarse en los juegos durante el E3. Pero tampoco sirve como excusa. El pilar fundamental sobre el que debe pivotar una consola es sobre todo lo que tenga que ver con jugar, y en ese sentido apenas se habló de características que mejoraran la experiencia de juego offline u online.
Muchos se imaginaron que Microsoft iba a apostar por todo lo multimedia y, en contra de toda lógica, iban a dejar los videojuegos en un segundo plano. Muchos otros sabían que no iba a ser así, y dejaron a ese evento como un pequeño traspiés en los primeros pasos de la consola. Pero lo peor llegó poco después, con las primeras declaraciones de los directivos con respecto a los temas más polémicos: pago adicional por juegos de segunda mano, títulos relacionados directamente con la cuenta de cada usuario y conexión permanente a internet. Medidas draconianas y nada populares que levantaron ampollas entre la comunidad jugona.
En definitiva, las primeras reacciones ante la misma existencia de Xbox One estuvieron al nivel de la propia presentación: negativas casi en su totalidad. Xbox One entró en el panorama de la actualidad como un elefante en una cacharrería, de una forma tan desatinada que solo podía emplazar al E3 para subir los ánimos de sus seguidores. La feria pintaba muy interesante, y en el caso particular de Microsoft se antojaba especialmente trascendental para el futuro.
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