Análisis Syndicate

Una bomba de relojería en buenas manos

Starbreeze es una compañía respetada por un amplio espectro de jugadores, un respeto ganado a pulso con sus shooters frescos y llenos de personalidad. Sus dos títulos basados en Las Crónicas de Riddick están entre los mejores shooters para consola de todos los tiempos, y su genial The Darkness ha enamorado a todo tipo de usuarios con su ambientación y su mecánica jugable. En este estudio son capaces de crear juegos para el género más saturado de la actual generación sin caer en la copia o en los tópicos, intentando abordar estos proyectos con más frescura que la mayoría de sus coetáneos. Pocos shooters tienen el carisma de estos títulos.

Es entonces cuando Electronic Arts, propietaria de la desarrolladora, viene con un proyecto muy especial. Se trata del largamente rumoreado remake de Syndicate, un jugoso encargo que es en realidad un arma de doble filo. Por una parte, Starbreeze podría trabajar con una licencia de renombre que ya de por sí aseguraría unas ventas decentes. Por la otra parte, la desarrolladora tendría que enfrentarse a la reticencia de los fans al transformar este juego en un shooter en primera persona.

Pero cuando hay calidad, prevalece. Este talentoso equipo ya ha demostrado en múltiples ocasiones su buen hacer, y desde su creación han mejorado a pasos agigantados hasta ser toda una referencia. Por ello, a pesar de la dificultad de este proyecto para terminar bien, han sido capaces de hacer un buen producto, aunque posiblemente no vaya a estar entre sus grandes hitos. Vamos a repasar lo bueno y lo malo de esta reinvención del clásico Syndicate.

El futuro es de los sindicatos

En el año 2069 la organización geopolítica que conocemos hoy en día hace tiempo que terminó. Las grandes corporaciones privadas, conocidas como sindicatos, se han hecho con el poder en todo el mundo. Para ello, se han valido de la tecnología de los chips personales, que implantados en los ciudadanos les ofrecen acceso a todo el material que ofrece el sindicato. Toda persona civilizada lleva consigo un chip que le permite comprar de todo, y los que no lo llevan se convierten simplemente en desechos sociales confinados en la zona baja de las ciudades.

A causa de esta situación, los países y los gobiernos han desaparecido. Ahora son estos sindicatos los que ostentan el poder y luchan de forma extrema por dominar la mayor cantidad posible de territorios. Una guerra encubierta que es cada vez más tangible, donde incluso los ciudadanos que apuestan por un sindicato corren el riesgo de morir a manos de la competencia. Y no sólo la guerra por los territorios, sino que el espionaje industrial está también a la orden del día para conseguir la mejor tecnología, ya sea para comercial o bélica.

El instrumento principal de los sindicatos para esta guerra son los agentes, humanos modificados genéticamente y dotados de chips de gran poder que se convierten en los soldados de cada organización. Llevan a cabo misiones muy peligrosas y se someten a duras pruebas para mejorar su rendimiento. En su afán para conseguir el guerrero perfecto, la compañía Eurocorp cuenta con Miles Kilo, el agente más evolucionado de todos gracias al nuevo chip DART 6. Nosotros controlaremos a este habilidoso combatiente, que tiene una capacidad innata para el combate.

Aunque la historia se inicia con una misión rutinaria de espionaje industrial, poco a poco cambiará hacia términos más oscuros y peligrosos. No se puede decir que la trama de este juego sea realmente apasionante, principalmente por dos motivos. El primero es que esta historia puede superarse en tres o cuatro arreones, por lo que no profundiza lo suficiente en este universo tan bien creado (mérito que hay que otorgar a Bullfrog). Y el segundo, porque se trata de una historia autoconcluyente  pero que sólo sirve de presentación de las credenciales de Syndicate. Vamos, que si tiene éxito, hay secuela asegurada, no porque tenga un final abierto sino porque sencillamente se nos ha presentado este futuro poco halagüeño sin tejer una trama independiente y trabajada. Este mundo tiene mucho más jugo que exprimir.