Análisis Tales of Xillia

Y al fin llegó a Europa. Dos largos años después de su aparición en territorio japonés, donde su éxito ha sido incontestable y se ha alzado como uno de los episodios más exitosos de toda la saga, 'Tales of Xillia' llega a tierras occidentales con la firme intención de sumar un nuevo título de peso a un género que sigue en ascenso, gracias también a la llegada este mismo año de juegos como 'Ni no Kuni' o 'Persona 4 Golden'. Al final, poco a poco y aunque lejos de lo que ofrecen otros géneros más populares, resulta que el catálogo de JRPGs en esta generación tampoco es que esté tan mal como lo pintaban.

'Tales of Xillia' es la nueva entrega de una saga que, afortunadamente, en los últimos años nos ha estado visitando con frecuencia y de la que ya hablamos largo y tendido hace apenas unos días en un completo artículo recopilatorio. Poco más hay que añadir en consecuencia, salvo destacar que no va a ser esta ni mucho menos la última vez que hablemos de ella en los meses venideros, pues este mismo año regresaremos al mundo de Sylvarant por partida doble con 'Tales of Symphonia Chronicles'. Y el año que viene, si todo va bien, seguiremos con 'Tales of Xillia 2'. Pero ya hablaremos de ellos llegado el momento.

Simbiosis espiritual

Tal y como ya es de sobra conocido por todos aquellos que han seguido de cerca todo lo relativo a su localización occidental, 'Tales of Xillia' nos traslada a un nuevo mundo conocido como Rieze Maxia, una tierra en la que los humanos y los espíritus conviven beneficiándose unos de otros. De este modo, los humanos canalizan el poder de los espíritus para ejecutar poderosas Artes, mientras estos a su vez se alimentan del maná que desprende el lóbulo de maná de los humanos; un pequeño órgano que poseen los habitantes de Rieze Maxia y que les permite precisamente canalizar espíritus.

El mundo de Rieze Maxia, a su vez, se encuentra dividido en los dos grandes países de Rashugal y Auj Oule, que como no podía ser de otro modo se han enzarzado en numerosas disputas a lo largo de la historia. Es precisamente este enfrentamiento lo que ahora amenaza gravemente el frágil equilibrio entre humanos y espíritus, debido a la existencia de la temible Lanza de Kresnik; un arma de poder descomunal desarrollada por el ejército de Rashugal, alimentada con el poder de incontables espíritus y capaz de desencadenar una guerra de proporciones catastróficas.

Poner fin a la existencia de la Lanza de Kresnik será el cometido principal de Milla Maxwell, una misteriosa joven dotada de un inconmensurable poder místico y que se halla vinculada a los cuatro grandes espíritus elementales Efreet, Undine, Sylph y Gnome. Para ello contará con la ayuda de Jude Mathis, un joven e ingenuo estudiante de medicina cuyo camino se cruzará con el de Milla al inicio de su misión, conformando así una interesante pareja de protagonistas que se complementan y evolucionan de forma muy interesante, y entre los que elegir formalmente uno al inicio del juego.

Una decisión que comportará el presenciar distintos fragmentos jugables tanto al inicio de la aventura como en determinados puntos de la trama en los que Milla y Jude se vean separados uno de otro. Una idea original que 'Tales of Xillia' introduce por ver primera en la serie, y que da como resultado el tener que jugar una partida completa con cada uno para presenciar y comprender la totalidad de sucesos de una historia en la que harán acto de presencia abundantes personajes de lo más variopinto y no exenta de algunos giros imprevisibles e incluso algo surrealistas.

En este sentido, sería absurdo señalar 'Tales of Xillia' como un juego que presenta una historia sobrecogedora, épica y llena de escenas memorables, aunque sí es lo suficientemente amena y sobretodo imprevisible como para mantener el interés. Clichés típicos de la franquicia como el enfrentamiento entre naciones y la lucha por el control del maná hacen de nuevo acto de presencia, y no faltarán situaciones en las que se replanteen tanto alianzas como enemistades. Al fin y al cabo, ¿qué sería de 'Tales of' sin sus clásicos arcos argumentales? Seguramente sería otra cosa...