Nuevo personaje desbloqueado: John Carmack

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Recientemente presentó el IdTech 5, un motor gráfico con el que pretende "partir la pana" en la nueva generación

14/05/2009 11:14
Hace unos tres años se celebró en Sabadell (Cataluña) la primera exposición de El videojuego como arte. Como plato fuerte de este acontecimiento estaba el homenaje a tres grandes maestros del mundo de los videojuegos, los más representativos, sobre los cuales pivotaría toda la muestra. Pues bien, los elegidos fueron Shigeru Miyamoto, Will Wright y John D. Carmack, según los organizadores porque los tres "han innovado y han persistido, tienen una carrera larga".

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Si nos centramos en el último, queda claro que no se equivocaban: John Carmack ha sentado cátedra en este mundillo, y cualquier desarrollador calla cuando él habla. Es una eminencia, un figura, un genio, un crack...los adjetivos se quedarían cortos para describir a este hombre, a este gran matemático autodidacta que creó género, fomentó las partidas online, construyó los motores gráficos más potentes y trabajó con algoritmos en la programación como pocos. Clarines y timbales para recibir al gran John D. Carmack.

Carmack nació en un pequeño pueblo de Kansas, en el año 1970. Vivía en el seno de una familia con algunos problemas económicos, a pesar de que su padre era un reportero de televisión local. Creció en este ambiente hasta que con poco más de 10 años ocurrió un hecho que marcó su vida: la llegada del primer ordenador personal a su casa. Este aparato tecnológico fascinó a Carmack, que mostró una gran habilidad manejándolo. Fue entonces cuando descubrió su mayor pasión: la informática y, sobretodo, la programación.

De hecho, ya por aquél entonces, aún en la edad del pavo, comenzaba a hacer sus pinitos. Existe una curiosa anécdota, que explica que a los 14 años Carmack se coló en su instituto, Raytown South High School, para robar un ordenador Apple II, por lo que fue arrestado. Todo ello lo llevó a cabo mientras triunfaba académicamente en su instituto, donde sacó unas notas brillantes y destacó poderosamente en matemáticas. Esos conocimientos en el mundo de los números, esa habilidad para el cálculo, le sirvieron al pequeño John en sus futuros proyectos.

Una vez graduado en el instituto, pasó de forma brillante el SAT (una especie de selectividad a la americana) e ingresó en la Universidad de Missouri. Allí estudió durante apenas dos semestres, y finalmente decidió que ese mundo no era el suyo. Se decantó por establecerse como programador independiente, donde hizo algún que otro videojuego casero sin demasiado "aquello" como Shadowforge o Wraith: The Devil's Demise. Pero fue suficiente para que Softdisk, una empresa de Luisiana que programaba para Apple II y que se dedicaba al mítico negocio de enviar diskettes con videojuegos a la casa de particulares, se fijara en él y decidiera incorporarlo a sus filas.

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El destino es caprichoso, e hizo que justo en esta empresa John Carmack conociera a otro genio de la programación, un hombre de carácter complicado pero dispuesto a trabajar codo con codo junto a Carmack para llevar a los videojuegos a un nuevo nivel y, porque no, llevarse una buena tajada. Hablamos obviamente del ex-trabajador de Origin, John Romero. En Softdisk también conoció al diseñador Tom Hall y al artista gráfico Adrian Carmack. Y no, antes de que lo preguntéis, no eran hermanos, ni primos, ni padre e hijo, ni nada de nada. Este cuarteto de cracks, junto con algunos programadores más, creó en 1990 cuatro videojuegos para Softdisk, donde su relación profesional se hizo más fuerte. Ya en esos juegos se entreveía el talento de Carmack.

Los "cuatro fantásticos" vieron que tenían química y que podían llegar lejos si hacían más proyectos juntos. Es por ello que un año después de estos lanzamientos, es decir en 1991, hicieron las maletas en Softdisk y se fueron para fundar su propia empresa, con intención de ganar más dinero (objetivo principal de Romero) y conseguir sus propios PCs (objetivo principal de Carmack). Su nombre es por todos conocido: Id Software, considerada una de las grandes desarrolladoras de videojuegos de los años 90 (y porqué no, de lo que llevamos de siglo XXI también). Durante ese primer año de experiencia ya comenzaron trabajando a tope para logar hacerse un hueco en el competitivo mundo de los videojuegos. 

Iniciaron su andadura con algunos juegos que no destacaron en demasía, como Rescue Rover y Shadow Knights, y la calidad se empezó a notar con la primera entrega de Commander Keen, un juego de plataformas basado en Super Mario Bros 3 que contaba con un motor de gráficos de desplazamiento suave, la primera joya de Carmack como creador de motores, y que añadía el efecto scroll (inexistente en los PCs de la época). Gracias a las habilidades de todo el equipo, pero en especial del "superdotado" John Carmack, su  primer gran juego significaría un punto de inflexión en el panorama del ocio electrónico.

Hablamos de Wolfenstein 3D, basado en el juego de 1980 Castle Wolfenstein, que supuso un avance tecnológico importantísimo: se trataba de el primer juego de acción 3D en primera persona de la historia de los videojuegos (aunque la base la cogieron de un título anterior de la misma Id Software, Catacomb 3D). Tanto este título como Commander Keen fueron distribuidos por Apogee Software, empresa de shareware que se acabaría convirtiendo en 3D Realms, con lo que ambos fueron gratuitos (en caso de Wolfenstein solo lo era el capítulo del castillo, que contaba con 10 misiones; las otras 50 misiones de que constaba el título se tenían que pagar). Todos los jugadores quedaron embaucados de esta perla, de este hito videojuegil: Carmack, con solo 21 años, ya había entrado en la historia de los videojuegos.

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