Las claves de House of Cards antes de su tercera temporada

El espectador, cómplice de Frank Underwood

Uno de los grandes símbolos de 'House of Cards', marca de la casa y un elemento poco usado en otras series, es que rompe la llamada cuarta pared. Pese a que Frank Underwood no es el único asesino, psicópata o conspirador de la serie, sí es la cabeza pensante detrás de cada movimiento de fichas. El espectador no ve a un villano en la pantalla, en cierta medida se hace cómplice de Frank, profundizando en esa teoría general que dice que todos tenemos un pequeño psicópata en nuestro interior.

Este efecto lo consigue muy bien la serie derribando la citada cuarta pared. Lo hemos visto mucho en series cómicas, cuando uno de los actores habla con el público que está al otro lado de la pantalla. Frank, interpretado magistralmente por Kevin Spacey, no sólo habla con el espectador. Se gira hacia la cámara, mira directamente al televidente, y le anticipa sus planes. El espectador, pese a estar viendo a un psicópata y obseso del poder, conecta directamente con el personaje, esperando que su maquinación, previamente anunciada, salga como estaba prevista. "No somos nada más ni nada menos que lo que escogemos revelar de nosotros", en este sentido Frank se muestra tal y como es hacia el espectador, pero no hacia el resto de personajes, buscando que el propio espectador le guarde ese secreto.

La mención especial, en este sentido, se la lleva una escena que quedará para el recuerdo, y que probablemente más televidentes ha enganchado. Al comenzar la serie, cuando Garrett Walker jura su cargo como presidente, la plana mayor del gobierno posa junto a él en su discurso. En dicho momento Frank era un simple congresista, relegado a la última posición de la foto. Situado en un extremo de la misma, Frank mira a cámara y dice: "El poder es como los bienes raíces: importa la ubicación, la ubicación, la ubicación… Cuanto más cerca estés de la fuente más valdrá tu propiedad. Cuando la gente vea estas fotos siglos más tarde, ¿a quién verán sonriendo al borde del cuadro?". Conforme pasan los capítulos, Frank irá ganando puestos en esa foto, acercándose peligrosamente al centro de la misma. La segunda temporada termina con Frank en el centro de la foto, poniendo sus manos sobre el Escritorio Resolute en el Despacho Oval.

Detrás de cada gran hombre, hay una gran mujer

Puede parecer que Frank no tiene puntos débiles, aunque sí los tiene. Sin embargo, en casa tiene su mayor apoyo, aunque en ocasiones sea un verdadero quebradero de cabeza. El apoyo más grande de Frank Underwood es su esposa, Claire Underwood (Robin Wright).

La serie no presenta a Claire Underwood como una esposa modelo, indefensa e inconsciente, que no conoce los trapicheos y conspiraciones de su marido. Claire es la viva imagen de Frank, pero en mujer, obsesionada también con el poder, y no dudará en hacer lo necesario para cumplir los objetivos de Frank y de la pareja.

Por desgracia para Frank, Claire si puede tener, arraigados en lo más profundo de su alma, ciertos valores y sentimientos. Esto provoca que en más de alguna ocasión, Claire Underwood genere problemas en el ascenso político de su marido, teniendo en cuenta que Claire también es ambiciosa y desea poder personal. ¿Qué pasa cuando una fuerza imparable choca con un objeto inamovible? Probablemente, la respuesta es que siempre una de las fuerzas termina cediendo, y en este caso Claire finalmente vuelve siempre al lado de su marido, resolviendo sus embrollos de tal manera que, en lugar de perjudicar, terminan por beneficiar a su marido.

Personalidades totalmente parecidas, que chocan de vez en cuando, pero que se necesitan para poder sobrevivir, para poder lograr sus objetivos comunes. Esto no quiere decir que la pareja no se quiera, sino que a veces el poder es más apetecible para ellos. Sin embargo, como decía Frank, "amo a esa mujer. La amo más de lo que los tiburones adoran la sangre".

Una enfermiza obsesión con el poder

Por último, comentar que la serie es una continua enseñanza de lo que es poder y lo que no… Lo que parece ser poder y en realidad no lo es, y lo que parece no ser poder y realmente lo es. La mente de Frank Underwood es tan diferente al resto, gracias a unos excelentes guionistas, que cada frase y pensamiento es una enseñanza. Frank ve la vida desde un punto de vista diferente, pensando siempre en el poder.

"Qué desperdicio de talento. Él eligió el dinero en lugar del poder, un error que casi todos cometen. El dinero es la gran mansión en Sarasota que se cae a pedazos después de diez años. El poder es el viejo edificio de roca que resiste siglos. No puedo respetar a alguien que no entienda la diferencia", comentaba Frank, refiriéndose a un viejo socio de su equipo, Remy Denton.

Remy realmente, no es más que un rival político de bajo nivel, al menos así nos lo hace ver Frank. Sin embargo, probablemente el mayor obstáculo en el camino que Frank Underwood ha encontrado en su ascenso hacia la presidencia, es el nuevo jefe de Remy, Reymond Tusk, amigo del presidente. Reymond sí es consciente, en parte, de la mente manipuladora de Frank, puesto que tienen cierto parecido, así que la batalla por desacreditarse mutuamente ante el presidente es ardua y complicada: "Él entiende la diferencia entre dinero y poder. Eso es precisamente lo que le hace peligroso. No mide su riqueza en jets privados, sino en almas compradas".

Son muchos los enemigos que Frank se ha granjeado durante estas dos primeras temporadas de 'House of Cards', y probablemente tendrá más conforme los personajes se den cuenta de que han caído en las manipulaciones de los Underwood. Esperemos que su reciente nombramiento no baje las defensas de Frank ante sus enemigos. Un personaje que siempre está alerta, y que como los buenos depredadores, suele actuar y maquinar de noche, a menudo con su esposa: "siempre he detestado la necesidad de dormir. Al igual que la muerte, pone incluso a los hombres más poderosos de espaldas".